El titular en un medio de comunicación de que Noel “Chita” San Vicente renunciara al Caracas FC, fácilmente podría estar asociado a una noticia el día de los inocentes; sin embargo, como en el fútbol y más en el venezolano todo se ve, la información es verídica.
Caracas FC es un ejemplo de organización futbolística desde infraestructura hasta proceso de formación de jugadores; no obstante, “Chita” su máximo exponente, le echa a un lado sencillamente por razones extradeportivas que apuntan al mercantilismo.
Una cosa es que se venda un jugador (caso Ronald Vargas) porque se lo ganó en la cancha y otra es que se le exiga a un entrenador como “Chita” (cinco campeonatos y dos cuartos de final en la Liberttadores) a colocar piezas que para él no están listas para aportar.
En una entrevista que hoy publica el Diario Líder, en la pluma de José Manuel Valladares, San Vicente se abre de manera cautelosa y explica el porqué de su ida.
La gran interrogante es, si Caracas FC, la mejor organización del país, según Noel está cayendo en esto ¿qué quedará para el resto? ¿a dónde llegará el balompié criollo?
Acá el artículo de Líder
Noel Sanvicente es un hombre que respeta los códigos del fútbol. Por eso en sus palabras tras dejar al Caracas no ha habido un nombre propio como destinatario. No ha hecho falta, su mensaje ha sido claro.
-¿Cómo fue el día después de su renuncia?
Primero aclaro que no renuncié, sólo puse el cargo a la orden. Llevaría a lo mismo, pero es distinto. Al día siguiente me citaron para aceptarme la renuncia. La conversación duró 30 segundos y entonces aclaré muchas dudas y me convencí de que había tomado la decisión correcta.
-¿Se sintió defraudado?
-Bastante. Después de tanto tiempo en esta institución no hubo una pregunta, un comentario. Igual mi decisión era irrevocable, pero se notó que ya había un desgaste. Era una persona que no cuadraba en sus negocios. Soy una persona recta y no iba a aceptar ciertas cosas.
-¿Cuáles negocios?
-Caracas cambió de la noche a la mañana. Pasaron cosas que me molestaron. Ahora la asesoría la buscan en otro lado, con personas que antes eran enemigas del club.
-¿Qué colmó su paciencia?
-Se trabajan negocios por fuera y con eso no quiero tener nada que ver. No me iba a dejar manosear, nadie me iba a decir que pusiera a un jugador para venderlo. Eso no me cuadraba y opté por dar un paso al costado.
-¿Está seguro de su decisión?
-Cada minuto que pasa estoy más tranquilo. Me venía dando cuenta de esto hace rato y era mejor salir antes de que me dieran por la espalda.
-¿Se marchó con rencor?
-No juzgo a nadie. El tiempo dirá en qué anda el Caracas. Yo era una piedra de tranca y las cosas no eran claras y no tenía fuerzas para seguir.
-¿Se sintió traicionado por gente en la que confiaba?
-Ellos tendrán sus razones. Se habla de reuniones frecuentes y eso no me interesa. Parece que se han reunido con más gente a mis espaldas que conmigo en 10 años. Pero los dueños de una empresa hacen lo que crean mejor para ella.
-¿Siente que no le dieron todo para ganar la Libertadores?
-Nunca me he quejado de eso, pero está claro que no teníamos mejor plantel que el año pasado. Nadie ha subido más juveniles que yo. Eso sí, iban a jugar los que rindieran, no alguno por un negocio.
-¿Le duele irse de esta manera de la que era su segunda casa?
-Ahora soy el primer fanático del Caracas. Salí con impotencia y frustración porque tuvimos los partidos en la mano y sólo nos faltó el gol. Sigo pensando que estábamos para llegar a la final de la Copa.
Descanso y resignación
El día después fue tranquilo para “Chita”. Su conciencia limpia y el tiempo son sus mejores aliados. “Dormí bastante, preparé la comida para mi esposa y mis hijos que venían del colegio. Luego fuimos a pasear toda la tarde”, comentó. Su familia es el punto de apoyo para subir el ánimo: “Hubo golpes que me fueron doliendo y lo que me terminó de decepcionar es que me aceptaran de una vez una renuncia que no presenté”. En sus primeras horas libres ya recibió las primeras ofertas de equipos nacionales. Su mente está primero en el descanso y luego allende las fronteras. El futuro decidirá.
